Todo comenzó el día en que Manuel Callau fue a promocionar a Radio Gráfica Un artista del hambre de Franz Kafka, una obra dirigida por Luis d’ Ors y producida por la cooperativa El Descubridor. La idea inicial era simplemente contar el trabajo que se estaba llevando adelante en el teatro del Bauen. Pero cuando Mario Sadras, que integraba el programa que sucedía, lo interceptó a la salida, surgieron otras inquietudes. Infinidad de cafés e intercambios terminaron de pulir el asunto y dieron luz al radioteatro La Compañía, una ficción de carácter federal producida por dos cooperativas y destinada a la comunicación popular.
Por Erika Eliana Cabezas *
“El radioteatro La Compañía tiene algo de milagroso. Quiero ser cauteloso para meterme en este lugar, porque todavía no salimos al aire. Tengo serias expectativas por ver si todo lo que nos pasa a nosotros, llega a la gente en la dimensión en la que nos ocurre”, confiesa Callau con una sonrisa en el rostro. Mientras que Mario reconoce que incorporar la ficción y el humor en las grillas era “una deuda pendiente de la comunicación popular”.
La ficción radial, que se emitirá por primera vez en septiembre, cuenta con el apoyo y participación del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO). “La incorporación de la red FARCO no es menor porque, con honestidad y entrega, lo que se buscó es que fuera un producto federal, y que las voces fueran de actores y actrices del mismo interior”, explica Sadras.
“Al principio los personajes que aparecian del interior los hacemos acá. Pero, cuando lo empezamos a escuchar, nos dimos cuenta que esas voces no tenían que ser de acá, sino que necesariamente, si queríamos involucrarnos en las historias de cada uno de los lugares, tenían que ser de ahí. Entonces, empezamos a buscar actores de cada uno de los lugares para que esas voces estuvieran presentes. Hay algo que tiene que ver con ese sonido, con esa manera de respirar, esa cadencia, que tenía que estar. Y cambiamos lo que teníamos que cambiar”, confiesa el actor.
Chivilcoy (Buenos Aires), Allen (Río Negro), San Carlos (Mendoza), Capilla del Monte (Córdoba), Realicó (La Pampa) son algunos de los lugares en los que se desarrolla la historia, que cuenta con la escritura de Raquel Albéniz, Brenda Howlin, Cecilia Legarralde, Selva Palomino, la coordinación autoral de Patricia Zangaro y el asesoramiento socioambiental de Maristella Svampa.
“Las autoras se ocuparon de incorporar en el drama de La Compañía, las problemáticas locales. Estamos hablando de la actualidad, del país, y no le estamos rompiendo con más información la cabeza a nadie. Todo lo contrario. A su vez, esas problemáticas locales están suministradas por cada una de los compañeros y compañeras del interior. No es una mirada porteño-céntrica que incorpora las miradas del interior según como a las autoras les parece”, explica Mario.
El radioteatro La Compañía está dirigido por Carlos Demartino, coordinador del Instituto de la Voz, y pensado en un formato – 10 minutos por día o una hora semanal – adaptable a la realidad de cada medio. “Carlitos me dijo ‘nunca dirigí un radioteatro’, y yo le contesté ‘pero vos sabés lo que significa la voz, la comunicación’. A partir de ahí, se metió en la dirección y está llevando adelante una tarea maravillosa. Cómo se preocupa, cómo busca el tema de las cadencias, de las tonalidades”, cuenta el integrante de El Descubridor.
Y agrega: “El proyecto, en Carlos, ha mostrado su capacidad transformadora porque no es la misma persona que cuando empezó a hacer el radioteatro. Es otro. Está más comunicativo, más jodón y está jugando un rol que es fundamental. Ni hablar de lo que está pasando con las autoras. Todas las autoras, que entregan un capítulo como si entregarán un bebé recién nacido”.
El entusiasmo que despierta La Compañía de Ernesto, un fletero de 65 años que – ante la imposibilidad de utilizar el salón de actos de la mutual para hacer teatro – arma un elenco itinerante, es generalizado. “Los domingos armamos el zoom para grabar el radioteatro, cosa maravillosa también porque el domingo es el día sagrado para juntarnos con nuestros afectos. A las 3 de la tarde se cita, y a partir de las 3 menos 5 empieza a caer toda la gente. Ahí tenés el milagro de lo que genera el radioteatro. Es una energía que se está armando a partir de un trabajo que no tiene estrellatos, que no tiene nada del otro mundo. Sin embargo, tiene el respeto de la tarea del otro y el amor que se va generando a partir de la construcción de un objeto que, cuando lo escuchamos, todo el mundo lo festeja”, declara Manolo.
El (radio)teatro, una tarea naturalmente colectiva. Varias son las manos y las cabezas que hacen posible este proyecto, que pone al trabajo en el centro de la escena y da respuestas concretas en un contexto de crisis. “La pandemia ha dejado en evidencia una cantidad de cosas que nosotros dábamos por entendidas. Sabemos que el trabajo es más importante que el dinero, porque es el que genera la riqueza y nos costaba poder explicárselo a la gente. Ni hablar de lo que pasa con la ficción. Pol-Ka dejó de producir porque el negocio está fallando y es ese modo de producción que está en crisis. Y nuestras cooperativas, en el marco de esta espantosa crisis, están dando respuestas concretas de gestión, de producción de un objeto que apunta a recrear el imaginario de la comunidad”, asegura el actor.
Y continúa: “En este marco es donde empiezan a aparecer estas propuestas cooperativas que sinergizan desde lo mejor de los seres humanos. Este es el secreto de todo. No son edificios rascacielos de 500 millones de pisos donde hay una catarata, lo que estamos construyendo la belleza de la caricia, la belleza de la mirada del enamorado o la enamorada. Nosotros por viejos sabemos que, cuando se construye desde ese lugar, somos invencibles. Hemos perdido muchas vidas sabiendo esto, pero seguimos construyendo porque sabemos que del otro lado está esa nueva sociedad, esa nueva forma de vincularnos con los demás”.
El encuentro de dos cooperativas dio lugar a La Compañía. Una iniciativa que apuesta a la valoración artística y que, a través de la voz – definida por Manuel Callau como un reflejo del alma -, busca construir el vínculo con la comunidad.
“¿Qué hay detrás de esto que hace tanto tiempo se dejó de usar? En mi caso, está la fantasía de la familia con los abuelos en la cocina, está el viaje a mis mayores, a los actores que conocí, a Alfonso Amigo, que era vecino mío y salía a pasear con el perro. Eso está en nosotros sin saber que está y, en tanto aparece la idea del radioteatro, vuelve a ponerse arriba de la mesa, y secude, y dan ganas y por qué no. Por eso la curiosidad. Así empezamos. Quiero saber… y casi que tengo la certeza de si nos pasa a nosotros, le va a pasar a la gente más allá de si tiene éxito o no. Estoy hablando de los que nos pasa… cuando pasa La Compañía, nada queda igual”, sintetiza Callau.
(*) Periodista de cultura de Radio Gráfica